Las ampollas en los pies, un problema para tenistas y jugadores de pádel



Un estudio revela que el 70% de los tenistas detiene su actividad por culpa de las ampollas en los pies

Según los datos que se extraen del primer estudio que ha analizado la salud de los pies de los tenistas amateurs españoles, el 71% de los encuestados afirma haberse visto obligado a cesar su actividad deportiva como mínimo en una ocasión a causa a la aparición de ampollas en sus pies. Entre estos, el 54% ha detenido su actividad en una ocasión, el 34% se ha visto obligado a interrumpir la práctica del deporte entre 1 y 5 veces y el 12% ha tenido que hacerlo hasta entre 5 y 10 ocasiones.

En un deporte como el tenis los pies sufren mucho debido a fricciones que se producen en los desplazamientos, los arranques y las frenadas bruscas. Según Julián Casanova, fisioterapeuta de la RFET, la cifra es considerablemente elevada y evitable, teniendo en cuenta que la aparición de ampollas en los pies es una situación que puede reducirse realizando una serie de cuidados preventivos y es posible aliviarlas y tratarlas una vez son detectadas. Casanova también confirma que, en el caso de los tenistas no profesionales, las pocas horas dedicadas al deporte y la intermitencia de la actividad unidos a otros factores como el calor, la falta de transpiración, la piel sensible o el cambio tardío del calzado deportivo son factores que pueden provocar que se deba detener la actividad deportiva cada cierto tiempo a causa de la aparición de ampollas. En ese caso es básico encontrar el motivo que provoca su aparición, intentar solucionarlo y tomar las medidas necesarias para minimizar estas situaciones y para evitar que se vuelvan a repetir.

Las ampollas en la planta de los pies son las que ocasionan más problemas a los tenistas amateurs

Según demuestra este estudio, la aparición de ampollas en los pies es el principal contratiempo que sufren los tenistas aficionados en sus pies. El 60,1% de los encuestados así lo atestigua. El 39,9 restante afirma sufrir más a menudo durezas y callos. Entre aquellos para quienes la aparición de ampollas es el problema más habitual que padecen en los pies, el 39% las sufre en la planta de los pies, el 31,5% en los dedos y el 29,5% en la zona del talón.

Según sostiene Casanova, cuanto más tiempo se pasa en la pista, más factores se van a sumar para poder provocar una ampolla o una rozadura, por lo que es importante revisar los calcetines y las zapatillas deportivas y asegurarse de que están en buen estado, prestando una especial atención y procurando más cuidados en la zona de la planta del pie, protegiendo las zonas que más sufren.

Gracias a su experiencia como fisioterapeuta de la RFET, Julián Casanova también conoce de primera mano las alteraciones más habituales que se producen en los pies de los tenistas profesionales y sus procedimientos más habituales para prevenirlas. Según apunta Casanova, la mayoría de ellos utilizan plantillas personalizadas que minimizan puntos de hiperpresión de sus pies y con ello reducen fricciones y posibles ampollas. También utilizan cremas lubricantes para minimizar rozamientos entre el pie y el calcetín y protegen las zonas que más sufren en las frenadas y arrancadas (base de los dedos y talón). Asimismo tienen un especial cuidado cuando realizan cambios de superficies ya que para los pies no es lo mismo jugar en tierra como en hierba o en superficie rápida. Por supuesto en cada superficie utilizan las zapatillas adecuadas a cada superficie.


La importancia de renovar el calzado deportivo

Tras analizar los resultados obtenidos de este estudio, Julián Casanova recomienda cambiar el calzado deportivo como medida preventiva para evitar la aparición de ampollas en los pies que puedan llegar a provocar incidencias en la actividad deportiva. Es muy importante escoger la zapatilla que más se adecue al tipo de superficie donde se juega y procurar no estrenar zapatillas en una competición, utilizándolas antes en alguna actividad previa, puesto que el pie y la zapatilla deben adaptarse mutuamente antes de realizar una actividad especialmente intensa. De esta forma el deportista contribuye a evitar que aparezcan alteraciones a corto y medio plazo.

Aunque no se observe a simple vista, los materiales de la zapatilla deportiva y el sistema de amortiguación se degradan con el tiempo y con la utilización y pierden capacidades. Ello puede comportar que la piel y las articulaciones sufran más de lo deseado y que puedan aparecer durezas o ampollas. Si la actividad es muy intensa, independientemente del número de horas que se dedique, el cambio de las zapatillas debe realizarse de más frecuente.