Los peligros del pez esteticista

Los podólogos gallegos alertan del riesgo de contraer infecciones, el VIH o hepatitis mediante la ictioterapia, una técnica estética en la que se utilizan decenas de peces para eliminar durezas del pie.



Un hombre se somete a una sesión de ictioterapia. / ismael ferradas
Un hombre se somete a una sesión de ictioterapia. / ismael ferradas

Hace cientos de años que los habitantes de la zona de Kangal en Turquía utilizan los peces garra rufa de sus aguas para tratar problemas cutáneos como la psoriasis o las durezas de los pies. Ahora, este tratamiento estético se ha puesto de moda en Galicia, pero los podólogos alertan de sus riesgos. Afirman que es posible contraer desde unos hongos hasta hepatitis o el VIH. Los peces pueden transmitir estas dolencias de un usuario a otro, especialmente si los garra rufa se sustituyen por otros más baratos y con dientes

ANA RAMIL | A CORUÑA Recurrir a pequeños peces -procedentes de Turquía o Asia- para realizar un peeling natural en los pies es la última moda en estética, pero puede salir muy caro para la salud. El Colegio Oficial de Podólogos de Galicia (Copoga) alerta de que la ictioterapia -técnica por la que se eliminan las durezas y pieles muertas de los pies al introducirlos en una urna donde decenas de peces succionan los desechos de la epidermis- es una fórmula de adquirir infecciones o incluso patologías más graves como el VIH o la hepatitis B. "Nos basamos en un estudio que realizó la Agencia de Protección de Salud de Reino Unido en donde se alerta de que aunque parece un tratamiento inocuo y el riesgo es bajo, existe la posibilidad de contagio de estas enfermedades", señala Borja Pérez, miembro de la directiva de Copoga.

El peligro de la ictioterapia puede llegar por dos vías. Por una parte, a través del agua en la que los usuarios introducen los pies. "Estos peces viven en una agua a 30 o 40 grados, lo que la convierte en un foco de infección ya que aparecen bacterias y microorganismos", indica Pérez. "Además los propios peces se pueden convertir en transmisores de hongos, el VIH o la hepatitis", añade este podólogo, quien resalta: "El peligro llega cuando alguien con psoriasis y que sangre, o un usuario con una verruga plantar incipiente, que pueden sangrar con una simple rozadura, se someta a esta terapia. El pez puede transmitir una enfermedad de un usuario a otro".

Pero el riesgo, aunque es bajo, varía también en función de la especie de pez con la que se realice el tratamiento estético. La técnica tiene su origen en las aguas calientes de Kangal en Turquía. Desde hace cientos de años, los habitantes de la zona se bañaban en zonas con peces garra rufa para solucionar problemas cutáneos como psoriasis, acné o durezas. La ictioterapia llega a Galicia de la mano de estos animales, que simplemente succionan las pieles muertas. Pero la crisis también afecta a la estética y los garra rufa se sustituyen en muchos establecimientos por los chin-chin, otros peces procedentes de países asiáticos, mucho más baratos y también más peligrosos. "Los chin-chin tienen dientes, con lo que el riesgo de que se produzca un corte durante la terapia es mayor", indica Pérez, quien aconseja a quienes "pese a todo quieran asumir el riesgo", que pidan el certificado de origen del pez antes de realizarse este peeling podal.

Los podólogos gallegos aseguran que el problema radica en que los centros de estética no se someten a la regulación sanitaria. "No tienen unas exigencias como cualquier clínica o un centro sanitario. Por ejemplo, el técnico de estética revisa los pies de cada usuario antes de la ictioterapia, pero no tiene la misma capacidad debido a su formación para ver si hay algún problema que un podólogo, que muchas veces precisa incluso de pruebas complementarias para analizar un caso, no le sirve con la simple exploración", sostiene Pérez, quien asegura que el riesgo para los usuarios se eliminaría "si en cada sesión se cambiasen los peces", algo que, reconoce, "no se hace porque sería muy caro".

La ictioterapia, cuya sesión ronda los 25 euros, es la última moda en toda España. En A Coruña ya hay varios centros de estética que la ofrecen y es posible acceder a este peeling natural en spas de todo el país o, en algunas zonas turísticas del Mediterráneo, incluso la ofrecen en pequeñas tiendas, donde los usuarios introducen los pies en la pecera ante la vista de todos los viandantes. Pese a que desde la Asociación española de Distribuidores de Productos para Animales de Compañía defienden que se trata de una "técnica milenaria" que no conlleva ningún riesgo, lo cierto es que su aplicación está prohibida en 18 estados de EEUU y en Canadá mientras que en Alemania se exige un análisis de sangre previo para poder someterse a la terapia estética.

Los podólogos gallegos no se posicionan sobre si la técnica debería prohibirse o no, pero creen que su aplicación debería regularse y tienen claro que la gente se equivoca al intentar solucionar problemas de salud en centros estéticos. "Es un error creer que ciertas alteraciones dermatológicas, las durezas o los callos son algo estético. Habría que desterrar esa idea porque detrás de cualquier alteración en el pie suele haber algo más como que se apoya mal al caminar, una prominencia ósea, etc...", señala Pérez, quien asegura que para tratar este tipo de cuestiones ya está la figura del podólogo. Por ello, avisan, ojo con los peces esteticistas.