Higiene: Lavar los pies cada día con jabón antiséptico de pH ácido (5,5) y agua templada.
Secarlos cuidadosamente: Especialmente entre los dedos. La humedad puede alterar la lámina de la uña y la cutícula, pudiendo favorecer el desarrollo de infecciones.
Hidratación: El talón es la zona del pie que más hidratación necesita. Para evitar grietas por sequedad, aplicar un producto hidratante con urea, adecuado al estado de los pies. No debemos descuidar la hidratación de las uñas, suaviza y mantiene sanas las cutículas. Se pueden utilizar productos para estimular el crecimiento, evitar estrías y reforzar las uñas.
Corte de uñas: Cortar las uñas rectas y no muy cortas utilizando un instrumento adecuado como alicates o unas tijeras de punta roma. Se aconseja cortar después del baño. Es aconsejable limarlas.
No se debe eliminar la cutícula: Aumenta la posibilidad de contraer infecciones.
Esmaltes: El abuso de esmalte reseca la uña y la fragiliza. Proteger las uñas de disolventes y detergentes agresivos, ya que pueden dañar la lámina ungueal y la raíz.
No ir descalzo: Evitar andar descalzo por lugares con riesgo de infección como piscinas, duchas y jardines.
Activar la circulación sanguínea de los pies: Hacer ejercicio regularmente.
Calcetines: Siempre de fibras naturales y que no opriman en exceso. Cambiarlos cuando estén húmedos.
Calzado: Ancho, cómodo y flexible. El tacón entre 2-4 cm y alternar diferentes pares de zapatos. Las uñas no deben estar presionadas por el calzado y los dedos deben de moverse libremente.
Acudir al especialista: Ante cualquier dolor, enrjecimiento de la piel, picor entre los dedos, descamación, anomalías en las uñas etc. consulte a su podólogo. Las personas diabéticas deben extremar el cuidado de los pies y realizar un examen podológico cada año.